Uno de los puntos clave a la hora de mantener buenos hábitos es realizar una compra saludable. Aunque a priori parezca algo sencillo, puede no serlo tanto. A continuación, te damos algunos consejos para que alcances con éxito este objetivo.

Aprende a elegir.

Es importante que sepas elegir no solo qué comprar, si no dónde y cuándo. El «cuando» puede ser la parte más sencilla: sin hambre, de lo contrario será mucho más probable que hagas malas elecciones.

¿Dónde?

Algo tan sencillo como recuperar la compra de mercado, puede lograr sin apenas esfuerzo que tu cesta de la compra sea más saludable y tu báscula lo agradezca.

La industria alimentaria explota nuestra «vulnerabilidad biológica» innata, es decir, nuestra tendencia a maximizar las calorías por bocado y los ultraprocesados y alimentos hiperpalatables, son una gran arma para lograrlo.

Se podría decir que estamos rodeados de «ambientes obesogénicos» o «entornos de alimentación tóxicos» así que el primer paso que debes dar es el de evitarlos en la medida de lo posible.

Los supermercados son el hogar de cientos de referencias de productos superfluos e innecesarios que convertirán tu compra en todo un reto poniendo a prueba tu fuerza de voluntad, pasillo tras pasillo. En ellos podrás encontrar secciones de dulces, galletas y repostería, comida preparada, zumos, bebidas azucaradas, cárnicos y lácteos procesados, etc., frente a la sección de carnicería, pescadería, frescos y legumbres (y eso, si con suerte existen).

¿Por qué?

Porque aunque no puedas hacerlo siempre, reducir las visitas al supermercado, aumenta las probabilidades de consumir más sano.

  • Evitas tentaciones, caprichos y/o ultraprocesados.
  • Seleccionas el género que te interesa.
  • Compras las cantidades que necesitas.
  • COMPRAS + SANO, por simple probabilidad.
  • Puedes identificar mejor lo que está de temporada.
  • Reduces los residuos por el envasado.
  • Reduces el apoyo a marcas que comunican y siembran mitos.
  • Apoyas al pequeño comercio.
  • Recibes un mayor trato humano.
  • Puedes establecer una relación de confianza que te proporcione tus productos habituales con mayor calidad.

Lee el etiquetado

¡Ojo! La etiqueta frontal solo contiene la ESTRATEGIA COMERCIAL:

  • Resaltan propiedades nutricionales irrelevantes pero que resultan atractivas y positivas para el consumidor con falta de formación. Suman sin calidad.
  • Se intentan maquillar/ocultar los aspectos negativos del alimento.
  • Intentan hacer pasar a un alimento por una versión mejorada del mismo.
  • Se dan a entender propiedades por su consumo aunque sean medias verdades e incluso no sean ciertas. Existe un sesgo y manipulación en la forma de dar la información.
  • Utilizan imágenes o menciones de materias primas e ingredientes poco representativas. Es habitual que contengan cantidades irrelevantes del producto mencionado (por ejemplo: «sopa de champiñones en las que los champiñones suponen un 1% del total de ingredientes).
  • La declaración nutricional no garantiza que sea saludable. Incluso herramientas como el Nutriscore, benefician los intereses de la industria y de las grandes multinacionales, no la salud del consumidor:
Existe una incompatibilidad irresoluble entre los intereses comerciales de la industria alimentaria y la salud de la población.
  • Intentan diferenciarse del resto sin aportar cualidades diferenciadoras como «receta casera/artesana» o el tan manido «natural».
  • Suplen la calidad nutricional mediante la creatividad publicitaria. Algunos ejemplos:

– Galletas digestive sin ser digestivas.

– Chocolatina «bueno», que no tiene nada de buena ni saludable.

– Galletas con «alto contenido en fibra» (pero también azúcar, harina refinada, grasas saturadas…)

O no pueden demostrar sus propiedades y utilizan eslóganes para esquivar la legislación de declaraciones de salud:

– Cardiovasculares: «corazones contentos«.

– Digestivas: «barrigas felices«, «mañanas ligeras«.

Diseña tu entorno y crea tu burbuja de salud

Una vez que hemos aprendido que vivimos rodeados de «ambientes tóxicos» llenos de tentaciones, que es necesario elegir muy bien nuestros lugares de compra habituales y que no debemos dejarnos engañar por las estrategias publicitarias, es hora de señalar que igual de importante es el de crear un ambiente saludable, tanto en tu hogar como en tu trabajo.

  • Deshazte de todo aquello que ya no vas a necesitar: elimina las tentaciones, si no es saludable no es necesario tenerlo «por si…»
  • No compres caprichos insanos, no tengas a mano lo que no debas comer/beber.
  • Rodéate de alimentos saludables, accesibles y colocados de forma que visualmente te resulten atractivos.
  • Si tienes hijos, no olvides que tu ejemplo es la mejor forma de educar.
  • La televisión ENGORDA, no es un mito. Entre otras cosas porque además de «contaminar» nuestro subconsciente con hábitos y comidas o bebidas insanas (que luego elegirás sin darte cuenta), te distrae de cosas tan importantes como masticar.
  • Evita los envasados y con ello también los residuos.
  • Identifica a los saboteadores, mantenlos a raya y evita o controla los ambientes obesógenos.
  • Evita los envasados y con ello también los residuos.
  • Identifica a los saboteadores, mantenlos a raya y evita o controla los ambientes obesógenos.

No busques excusas

Las RDA (Rutinas De Autojustificación) son como una piedra en el zapato que una y otra vez, intenta que recuperemos malos hábitos sin sentirnos culpables (puedes leer más en RDA: las excusas para no cambiar (parte I) – mireto66.com). Algunas de ellas:

  • Falta de habilidad en la cocina o distintos gustos en la familia: existen infinidad de platos sencillos, saludables y que pueden realizarse y adaptarse sin necesidad de ser un chef 5 estrellas.
  • Falta de dinero: aunque pueda ser un factor limitante, lo es menos si no malgastas tu recursos en alimentos y bebidas insanas (platos preparados, refrescos y alcohol, embutidos envasados…) y sí lo haces en alimentos como las legumbres, frutos secos, verduras, etc. Planifica, elige y minimiza el desperdicio.
  • Falta de tiempo: cocina «a lo grande» y congela.
  • Tampoco es para tanto o ya empezaré, ahora no es el momento. Memorízalo:
Nunca es mal momento para mejorar tu salud.

Fuentes: Michael Greger (Nutrition Facts) – Aitor Sánchez (Mi dieta ya no cojea) – JuanRevenga.com (El Nutricionista de la General)